Empezaba a silbar entretenido Chispa contando lo que había recaudado de tanza para el día D, trataba de celebrar ese pequeño triunfo diario mientras se recluía en su silla prole de su comedor, sabe que su incomodo respaldo le va a molestar dentro de unos minutos, pero Chispa no rechaza su ideal: cambiarla por una silla con respaldo de cuero más mullida sería traicionar sus principios, antes que eso prefiere la mortificación de su espalda. No se percató de que su novia Lucía ya había regresado, estaba muy concentrado en las cuentas y a la vez extasiado con la música de fondo...
Orgullozo de eztar (orgullozo de eztar)
entre el proletariado...
La voz semipodrida del gallego punk iniciaba el corifeo que le arrancaba una sonrisa a Chispa, de alguna manera El vals del obrero lo vinculaba a un himno, un canto a la lucha. Se acordaba de la Internacional, aunque enseguida lo terminaba vinculando con la marcha peronista, pero ésta la sentía tan manoseada y expoliada, que decididamente prefería en su lugar la marcha de Evita Capitana, algo que consideraba más simpático: se imaginaba a las mujeres desfilando por la plaza cantándola, y delante Eva bendiciendo a la multitud con su brazo izquierdo misericordioso e incólume. En tanto, Lucía le acercaba la cerveza e intentaba encarar una conversación relativa a su agitado día laboral:
–“Hoy el encargado nuevamente nos hizo quedar de más. Es la tercera vez en la semana y ya se como sigue esto: ¡no me van a pagar una mierda las horas extras, como el mes pasado!”
Chispa guardaba silencio, dejaba que Lucía descargara su ira mientras él continuaba contando los metros de tanza que había rescatado del trabajo. Una vez que vio que Lucía terminaba de refunfuñar empezó con su postura de lucha: había que hacer algo. Le explicaba que no se servía de nada agarrársela con el encargado porque es un infeliz más de la cadena de dominio. En algún momento de la historia capitalista, estas funestas empresas sostenidas por el sistema se hicieron tan grandes, que difícilmente se sepan cuales son sus cabezas visibles, los verdaderos peces gordos que manejan los hilos. De alguna manera, están organizadas como células en donde uno solo puede conocer y responder al responsable directo. –“Las guerrillas no triunfaron pero sí su modo de organización”, sostenía Chispa mientras al calor del razonamiento, empezaba a moverse molesto en su silla prole.
...zomos la revolución,
tu enemigo ez el patrón!
-“En efecto”- asevera más perturbado- “lo único que nos queda es la lucha directa. Los pocos derechos sociales que habían conquistado nuestros padres y abuelos están siendo burlados, reformados, violados... confiar en la ley... en el Congreso...¿no sentís como nos están revolviendo el dedo en el orto, Lucía? Pero se va terminar... esto que ves acá parece a simple vista tanza pero no lo es: es el primer eslabón de nuestra lucha de liberación. ¡Ah, Lucía! Acordate de recolectar solvente y cualquier elemento inflamable... en el cuarto de limpieza de tu laburo debe haber de todo... ¡Y otra cosa! Como los muchachos no te conocen, dando inicio a la lucha que emprenderemos, pensé en un nombre de guerra para vos: Marta”.
-“¿Marta? ¿Marta tiene que ser?”, medio desanimada por su bautismo, Lucía se sentaba al lado de Chispa mientras ojeaba con curiosidad lo que anotaba en relación a la tanza.
-“No está mal... 425 metros de tanza recolectados no está tan mal... más lo que recauden los muchachos... lo que estaría bueno es conseguir un trapo gigante, para cubrir la entrada y en ella escribir los Derechos del trabajador de la constitución peronista. ¿qué opinás María?”
-“Marta...”
-“¿Quién?”
-“¡Chispa! ¡Recién dijiste que mi nombre iba a ser Marta!”
-“Dale...”
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